Desde que en 1960 el colegio del Paseo Chocolate abrió sus puertas, muchas cosas han cambiado... Ya no está la vieja fachada de casa señorial, ni el patio de mármol, ni la reja de hierro por dónde salían a todo tren las pequeñas, ni la recogida capilla en la que muchísimos de nosotros aprendimos el Dios te salve y nos apretábamos en el Mes de María en mayo; ni la pajarera, ni el cuarto del esqueleto de plástico que nos quitaba el sueño, ni la portería de madera donde Mari Antonia nos curaba las mil y una caídas en el patio... Y ya no está el patio cubierto y aquella enorme mesa donde, a manotazo limpio, dábamos la vuelta a los cromos. Ni siquiera está el viejo Paseo de palmeras al que salíamos corriendo después de un largo, larguísimo, día de clase.
Han sido cincuenta años de cambio, porque la vida es así; pero también han sido cincuenta años de un larguísimo río humano que lo ha hecho posible. Los profesores, las seños, las hermanas... Todas las personas que han trabajado en el colegio Cardenal Spínola de Huelva en este medio siglo han logrado eso, cambiar y hacer posible el cambio sin perder la esencia pura de la educación más humana, más solidaria y más profunda.
Pura, Magdalena, Milagros, Flora, Elvira, María, Celia, Victoria, Amalia, Esther, Alegría, Pilar, Teresa... Quién que haya estudiado en las Esclavas no las recuerda a ellas, las "hermanas"... Y a Anita, Merchi, Maruja, Manoli, Julia, Gloria, Mari Carmen, Juani, Paquita... Y quién no se acuerda del psicólogo José Luis y sus test de inteligencia, de Rosario pidiendo a besos que no pisaras lo mojado, de Mari Carmen en secretaría, de Elio y aquellos enormes “bollilandias” rellenos de crema…
Las que tuvimos la suerte de estrenar el ya desaparecido BUP pudimos seguir disfrutando de la calidad humana que caracteriza a la educación de este colegio: Juani Tere, Rosario, Lola, Malili, Maribel, José Manuel, Reyes, Alfredo, Esther…
Ahora, medio siglo después, cincuenta promociones de personas, en toda la dimensión de esa palabra, pueden dar testimonio de la buena labor educativa de las Esclavas del Divino Corazón de Jesús. Y lo vamos a celebrar; por otros 50 años más...
Se os ha olvidado Mª Antonia,la portera que era la primera en darte los buenos dias y en tirarte de la falda por si la llevabas remangada...No se si seguira alli,pero tambien se merece un huequito,no??
ResponderEliminarSe ha jubilado después de casi cuarenta años, y efectivamente se merece no un huequito, un huecazo, y por eso lo tiene en el primer párrafo.
ResponderEliminarBESOS A TODOS