domingo, 31 de enero de 2010
OTRO PEDACITO DE MEMORIA (el de Mª Isabel García Castillo)
RECUERDOS DEL AYER
Son tantos los recuerdos que me inundan en la memoria cada vez que veo un video de una Hermana o una foto de una antigua alumna, que no se ni si quiera por donde empezar.
Corría el año 77 cuando mi madre me llevo por primera vez al colegio, tengo un vago recuerdo del antiguo colegio, pero si que hay cosas que parecen estar grabados a fuego en mi memoria como:
Esa cancela grande de entrada, esa capilla con sus vidrieras a la derecha y se patio de mármol, un pasillo por donde a veces me escapaba y veía las mesas preparadas con sus jarras metálicas de colores con sus vasos a juego, si cierro los ojos aun puedo sentir el olor de la comida, esas escapadas para sentarme no recuerdo bien si donde hacían gimnasia o daban baile, mientras mi familia y Mariah Antonia recorrían el colegio en mi búsqueda.
Pero el recuerdo mas grato de esa época es cuando me escapaba de mi clase de parvulitos, en busca de mi monja favorita, la hermana Celia, me llevaba todo el día enganchada al pico de su rebeca azul, esa que nunca faltaba en su vestuario, tanto fueron los días que me lleve cogida al pico de su rebeca, que mi madre me cuenta que le tubo que regalar una nueva por tener un lado mas largo que otro.
No recuerdo el paso al San Pablo, pero si recuerdo que el conserje de el era mi abuelo Baldomero, el cual me deleitaba con mi desayuno favorito cada mañana, hasta me presentó a un compañero que había estado en el UN, DOS, TRES.
Llegó la comunión en los Jesuitas en mi época no había niños en el colegio pero ese día fue un alboroto, el hermano de una de mis compañeras hacía la comunión con nosotras, todo una novedad, a todas nos parecía guapísimo y hasta discutíamos por quien iría detrás de él.
Ya en el colegio nuevo como olvidar esos tirones de falda de la Hermana Magdalena, recta en el filo de las escaleras con sus brazos cruzados, desenlazándolos solamente para poner su dedo índice en sus labios para mandar silencio sin que saliera una sola palabra de su boca. Siempre preocupada para que nos comportásemos como señoritas, una sola mirada y allí estábamos todas mas rectas que una vela.
Podría contar miles de anécdotas y travesuras pero me quedo con que cada mañana yo vuelvo a la puerta de mi colegio ahora para llevar a mis hijas, esperando que en un futuro se alegren de haber pertenecido al grupo Spínola.
Dar las gracias por lo vivido, por lo que estoy viviendo y por lo que me queda por vivir junto a todos vosotros a mí y a mis hijas.
No me quiero olvidar de María Antonia que para mi al igual que para muchas es parte importantísima del colegio es la que a cuidado de que no saliésemos con nadie que no correspondía y que nos curaba cada vez que nos caíamos, siempre allí para cualquier cosa que necesitábamos.
Por todo miles de gracias.
María Isabel García Castillo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario